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martes, 27 de mayo de 2008

Lengua, nación y religión (1ª parte)

En los últimos artículos se ha venido ofreciendo lo que se podría calificar como unos ensayos, inicialmente teóricos, pero con una correspondencia en la práctica en su parte final. Para estos ensayos solo han sido necesarios unos pocos requisitos, principalmente el de pensar sobre algo de forma objetiva y desapasionada, aunque en el acto de escribirlos y en la motivación para hacerlo, no se oculten tales pasiones.

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El ensayo como género, no tiene como objetivo demostrar ni refutar nada, pero si el exponer teorías y otros aspectos sobre un tema, para estimular la reflexión y así poder avanzar en la resolución de algún problema. Son la antesala de una tesis o estudio científico.

Como se explicaba al principio, una de las ventajas de esto es que cualquier persona puede realizar trabajos de este tipo. La opinión de cualquiera es válida para tener en consideración, aunque sea para ser descartada. Como cualquier otro trabajo científico.

Pocas personas pondrían en duda que los conceptos indicados en el título del artículo, por lo menos en España, son objeto de grandes discusiones sin que parezca que nunca o en muy rara ocasión, se lleguen a conclusiones verdaderamente clarificadoras, cuando no es para constatar que son solo pretextos utilizados para adocenar y manipular a las masas.

Por todo ello, en la misma línea y siguiendo con el espíritu de este sitio, se va a iniciar una serie de artículos sobre estos controvertidos asuntos, para que al menos no se admita sin una previa reflexión muchos de la pretendidos usos que desde las clases dirigentes y también desde algún que otro ciudadano que ha sucumbido a la presión mediática, desean hacernos llegar sobre la lengua, la nación o la religión. Pero sobre todo, con el deseo y la pasión de compartirlo con todos ustedes.

El ser humano y las primeras sociedades
En algún momento en la evolución del ser humano antes, durante o después de llegar a su actual configuración, cansado de enfrentarse por su cuenta y riesgo a problemas que no comprendía, asustado por desconocer qué le deparaba un futuro que no iba más allá del siguiente amanecer, le llegó un momento en el que sintió la necesidad de buscar otros como el con los que compartir dichas vicisitudes.

Pinturas rupestres  utilizadas por los seres humanos primitivos, como los primeros intentos de organización para satisfacer necesidades vitales de supervivencia
Este ser humano desconocía lo que existía más allá del horizonte. Tardaba semanas en recorrer lo que ahora se recorre en horas o minutos, y su desprotección ante la naturaleza era total. En esta situación, no se puede esperar otra cosa más que las personas celebrasen cada amanecer como un nuevo nacimiento. Cada circunstancia, detalle o factor que aumentase las posibilidades de salir airoso un día más, significaba un descubrimiento vital, que pasaba a formar parte de la memoria colectiva, construyéndose de esta forma un acervo exogenético de información: la cultura.

Se desarrolla la cultura a través de la cual el ser humano se identificaba con el colectivo

Para ello, era necesario compartir dicho conocimiento con el objeto de almacenarlo en alguna parte, capitalizarlo. De esta forma, los ancianos llegarían a ser miembros respetados del grupo, a quienes acudían en busca de consejo al ser ellos los que más conocimiento albergaban y ser por ello los encargados de transmitirlo. El fuego, la hoguera nocturna, sería ese momento didáctico común donde se relataba lo acontecido durante el día y los más ancianos daban explicaciones y recordaban leyendas y mitos, útiles por lo que representaban y significaban, más que por su veracidad.

El fuego y la mágica fascinación que produciría desde los primeros tiempos en el ser humano y alrededor del cual se forjarían las más fantásticas leyendas
Este grupo de personas que compartían casi todo, principalmente temores y esperanzas, formarían algo característico que acompañará al ser humano durante toda su historia hasta nuestros días, con diferentes formas y distintos nombres, pero con las mismas actitudes. Un algo que tenía su justificación y explicación en esos tiempos difíciles, pero que con el desarrollo científico y tecnológico y el dominio de la naturaleza, lo harían innecesario, siendo su permanencia y anteposición sobre otras formas posteriores de organización humana, una muestra de reducto primitivo, un vicio que evidencia la inmadurez del ser humano como especie.

La Tribu en la que naces

Se podría definir la tribu como un concepto muy primitivo de estado, en cuanto a que dentro de ella se disfruta de un determinado orden y seguridad, gracias a la mutua protección y a la observancia del cumplimiento de unas normas. La diferencia principal es que la tribu no estaría necesariamente ligada a un área geográfica, siendo en realidad la nación el concepto actual conocido al que más se le asemejaría. De esta forma, los nacidos en el seno de una tribu determinada veían condicionada su existencia por los factores culturales de la misma, y por la enorme dificultad de salir de ella en caso de que a alguien se le ocurriera tal cosa, ya que suponía enfrentarse de nuevo solo al entorno formado por la naturaleza y ahora además, de otras tribus distintas con otras costumbres. Aunque como se verá más adelante, parece que el ser humano no ha dejado en el fondo de anhelar el poder hacerlo.

Como concepto político tal y como hoy lo entendemos, el concepto de nacionalidad surge en la antigua Grecia al considerarse miembros o ciudadanos de las ciudades-estado, únicamente los nacidos allí. Todo parece indicar que no sería hasta la República Romana en donde existiría la posibilidad de que cualquier persona se pudiese convertir en ciudadana, tras cumplir una serie de requisitos e independientemente de su nacimiento, si bien esta circunstancia podría otorgarle directamente dicha condición, al igual que en la antigua Grecia.

Igualmente, los nuevos territorios conquistados por Roma y sus correspondientes habitantes pasaban a integrarse políticamente como una parte más. En esta época, si bien no se podría decir que el concepto de estado tal y como lo conocemos ahora existía, si que se empezaban a delimitar las diferencias en este este concepto y el de nación. Y lo más importante, la posible compatibilidad entre ellos. Este tema se retomará más adelante.

Volviendo a la tribu, como se ha visto hasta ahora, algunas de sus principales funciones eran la de almacenar una información o cultura propia, y el garantizar el cumplimiento de unas normas para asegurar la cohesión y así poder mantener la seguridad frente a los agentes externos. Agentes que por cierto, podrían ser otras tribus con otras culturas, incapaces de pensar por temor que ambas podrían convivir, ya que la memoria colectiva recordaba a cada tribu que su cultura, la propia, era la que les permitía existir, y que el rechazarla les devolvería al mundo salvaje, a la desprotección total. El concepto de tribu y su dependencia de la cultura que la definía, hacía casi imposible aceptar otras formas de cultura, ya que eso implicaba destruirla.

La tribu y sus rígidos rituales
Para la primera pero no por ello más importante, función de la tribu, el almacenar y transmitir de generación en generación la cultura o conocimientos adquiridos gracias a los cuales empezó el ser humano a controlar su entorno, el avezado lector habrá intuido que es primordialmente necesario la primera de las tres palabras del título: el idioma, el lenguaje, tanto el hablado como el escrito.

próximamente: la lengua